Te cuento la película

La piel quemada

España (1966) *

Género: Drama

Duración: 104 min.

Música:Francisco Martínez Tudó

Fotografía: Ricardo Albiñana

Guion y Dirección: Josep María Forn

Intérpretes: Antonio Iranzo (José), Marta May (Juana), Silvia Solar (Turista belga), Luis Valero (Manolo), Ángel Lombarte (Andrés), Carlos Otero (Julio), Juan Miguel Solano (Fernando), Inés Guisado (Juanita), Santiago Guisado (Pepito).

En la playa los turistas de vacaciones toman el sol, mientras, al lado de la playa se construye un edificio de apartamentos con los obreros, también descamisados, y miran a los bañistas con envidia.

Entre los obreros está José, andaluz como la mayoría de ellos, aunque también hay un portugués, Julio.

Cuando ven pasar a alguna turista en bikini, todos la piropean

Entretanto, en su pueblo, Juana, su mujer, sale de su casa, construida dentro de una cueva, que va a dejar para siempre con sus hijos Pepito y Juanita.

Se despiden de sus vecinos mientras salen, corriendo para coger el autobús que les llevará a la estación, aunque antes paran en casa de los padres de José para recoger a Manolo, el hermano pequeño de aquel, que les acompañará en el viaje, y que rechaza el dinero que le ofrece su padre.

Julio les avisa porque salió a su terraza una turista belga a la que miran cada día, y comentan que ese día va vestida, aunque lleva solo un bikini, y se quedan mirándola todos los obreros, y Andrés, uno de ellos propone ir esa noche, a su apartamento, aunque Julio les recuerda que esa noche tienen la juerga de José.

El autobús con Juana, Manolo y los niños llega a la estación con el tiempo justo para coger los billetes y subir, lo que hacen en el último momento.

En la obra aprovechan el descanso para ir a bañarse a la playa, ala que llegan peleándose y provocando las quejas de los bañistas a los que molestan, y unas turistas alemanas deben echarlos de su patín.

En el tren el revisor discute con una mujer que no tuvo tiempo de sacar el billete y a la que le exige el doble, mientras que los niños empiezan a decir que tienen hambre y preguntan a qué hora llegarán a Valencia, aunque les quedan todavía 6 horas.

Juana le cuenta a otro viajero que van a la Costa Brava, a Lloret.

El hombre les dice que lleva 20 años viviendo en Cataluña y le asegura que se hará enseguida y que él no deja que nadie le hable mal de Cataluña, pues en Andalucía se moría de hambre y allí encontró trabajo y uno es de donde puede vivir.

Mientras comen, José cuenta que sus hijos y su mujer llegan al día siguiente, y por eso van esa noche a salir para celebrar su "despedida de soltero" y les cuenta que también va con ellos su hermano, que empezará el lunes a trabajar con ellos.

Julio le dice que si él fuese más joven se iría a Alemania.

El compañero del tren les cuenta que hizo la guerra en el Quinto Batallón y luego con Líster, pero que donde peor lo pasó fue en los campos de concentración de Francia.

Tras la comida, la mayoría de los obreros duerme la siesta.

José se reúne con un amigo, Fernando, que le dice que habló de lo suyo y que si quisiera trabajar en el hotel durante el verano estaría hecho, pero para todo el año es difícil, y él dice que no puede ser, pues llegan su mujer y sus hijos y le cuenta que alquiló un cobertizo cerca del cementerio por 500 pesetas al mes y tiene que arreglarlo porque está casi en ruinas.

Antes de irse con su novia, una mujer extranjera adinerada, Fernando le dice que seguirá buscando. Que ahora conoce a un tipo que quiere abrir un restaurante y debería sacarse el carnet de hostelería.

Cuando se queda solo, José toca la guitarra mientras viene a su cabeza el tiempo pasado en el pueblo, en esas casas metidas en la montaña esperando ser uno de los elegidos por el señorito para trabajar y la decepción de los que no eran elegidos, como él o Fernando, y la desesperación al no tener nada que dar de comer a sus hijos.

El sábado acude a la obra el pagador, que despotrica contra todos los inmigrantes.

El viaje se alarga y muchos de los pasajeros se duermen, pero Juana que recuerda otro momento en la estación, el del regreso a Benalua de Guadix de José del servicio militar.

La besa de forma apasionada, aunque ella le dice que los miran, y él le preguntó si se lo había dicho a su padre y ella le dijo que no. Que no había ido al médico por vergüenza.

Él le dice que entonces hablará él con su padre, aunque ella le dijo que no, que se lo dirá ella, porque su padre es muy bruto.

Y, en efecto, este le pegó al enterarse y luego mandó a buscar a José, y, aún vestido con el uniforme militar se casó sin invitados, y ella, que no sabía firmar, tuvo poner la huella dactilar.

El tren llega por fin a Valencia y Manolo va a comprar los billetes para el de Barcelona.

Entretanto, José deja la pensión donde vivía y va a recoger una cama que compró y con la que carga por todo el pueblo hacia la que será su nueva vivienda.

Juana está muy preocupada y nerviosa y tiene miedo de perder el tren en una estación tan grande, pero Manolo decide salir un rato a conocer Valencia.

José camina cargado por toda la ciudad con la maleta y la cama, siendo observado por todos e interrumpiendo el tráfico hasta llegar, agotado a su nueva casa, en efecto, un chamizo.

Recuerda entonces la fiesta que hicieron en el pueblo para despedir al reemplazo el 54.

Él bailaba con Juana, a la que besa pese a que ella insiste en que los mira todo el mundo, pero él no deja de insistir en que salgan fuera, y, aunque se resiste, acaba haciéndolo y dice que todos los vieron.

Salen a pasear por el campo, y ya a solas y sin miradas indiscretas se besan y luego él la hace sentarse bajo un árbol y se tumban, sin hacer caso José de sus objeciones.

Luego, se arregla para la fiesta de esa noche.

Manolo, paseando por Valencia observa cómo lo mira una mujer sentada en la terraza de un bar, aunque, de pronto se asusta y sale corriendo, de regreso a la estación.

José llega al hotel Carabela y un camarero le dice que avisará a Rosa.

Le dice también que necesitan dos camareros, pero como el trabajo es solo de temporada no le interesa.

Llega corriendo una camarera, Rosa, que se queja porque lleva dos días sin verlo y él le dice que tenía mucho trabajo.

Corren a esconderse y se besan, aunque él le dice que se van a ver menos porque alquiló un cobertizo, algo que a ella le hace ilusión, aunque él le dice que tiene algo que contarle, que al día siguiente por la mañana…

Pero no llega a contárselo. Le dice que tiene prisa y se marcha.

Juana, Manolo y los niños cogen el tren que va de Valencia a Barcelona.

Va como todos sus compañeros a un bar, donde comienzan a cantar y a bailar y a dar palmas, algo que molesta a un grupo de catalanes que les llaman la atención, aunque en catalán, montándose una pelea cuando el hombre trata de quitarles la guitarra.

Deben separarlos y el catalán insulta a Andrés al que llama charnego y murciano

Cuando se van los catalanes Andrés se queja de que lo llamaran charnego.

José le dice que son impresentables, pero prefiere a esos señoritos, que están siempre trabajando, a los de su tierra, que son muy simpáticos pero no dan golpe.

En el tren entra un hombre a cantar una jota y Juana le da una moneda.

Los albañiles, ya sin problemas cantan y beben y celebran la noche de fiesta.

En su compartimento va también un cura, y ellos se quedan mirándolo cuando su madre les da sus bocadillos, que parecen no comer a gusto con el hombre allí mirándolos, hasta que él saca también su bocadillo y les sonríe.

Cuando cierran el bar esa noche están ya todos muy borrachos y Andrés se lanza sobre dos turistas que los echan. Luego deja las ruedas de un coche sin aire.

Se pregunta a dónde para seguir la fiesta y deciden ir a bailar.

En la discoteca, Andrés, muy borracho, coge en brazos a una mujer extranjera que se lo toma bien y ríe con su alocamiento, haciendo con ella cabriolas que molestan al resto de la clientela.

Los jóvenes bailan, pero José y Julio, tras tomar una copa se retiran.

A Andrés lo expulsan de la discoteca por su comportamiento con la chica, a la que coge en brazos y hace con ella cabriolas, molestando a todos.

Mientras se retiran, José le dice a Julio que los turistas, que se besan sin recato, parecen perros y que solo piensan en eso, a lo que el portugués le responde que en todas partes se piensa así, pero que allí son menos hipócritas.

Pasan luego frente a la mujer belga a la que espían desde la obra, que está discutiendo con su novio y que se marcha en su descapotable con una amiga, aunque poco después dan marcha atrás y hacen subir a José.

Van a un bar con música. Vuelven a beber y ella lo saca a bailar pese a las protestas iniciales de él y la amiga baila con otro tipo que está también encantado.

Entretanto, en el tren, duermen todos menos Juana, que permanece con los ojos abiertos.

José y el otro hombre van con las belgas a bailar a una sala de fiestas, y ven un espectáculo de una danza ritual africana con dos nativos tocando los bongós y una mujer en bikini bailando.

Mientras mira a la mujer bailando sensualmente, José recuerda a los sacerdotes hablando de lo pecaminoso del baile

Hay luego un espectáculo de baile flamenco y José acaba saltando al escenario y bailando con los profesionales, siguiéndole luego la mujer belga.

Juana, que es la única que no puede dormir saca una foto de José vestido de soldado y sonríe.

José y su grupo acaban frente al mar en una terraza, donde casi no puede tenerse en pie, mientras un cantautor interpreta una canción den catalán, antes de retirarse hasta el apartamento de ellas, que van haciendo locuras con el coche.

L lo lleva hasta su habitación, aunque va tan borracho que casi no puede subir las escaleras.

Allí mientras ella le sirve otra copa, él se lanza a besarla.

Entretanto, el tren de Juana y Manolo llegan a Barcelona y allí ella entra al baño para arreglarse y cambiarse de ropa.

Su marido está, entretanto, desnudo en el apartamento con la mujer belga, también desnuda.

En su sueño se ve a sí mismo vareando olivas en su pueblo.

Despierta resacoso y sediento y tras refrescarse se deja caer nuevamente en la cama.

Su mujer, su hermano y sus hijos cogen el autocar que va a Lloret, muy contentos mientras los llevan por la orilla del mar y cantan las canciones de la romería del Rocío.

José vuelve a dormirse pese a los requerimientos amorosos de la belga.

Entre tanto, el chico que estaba con la otra belga pasa desde la terraza al otro apartamento y empieza a robar cosas valiosas, incluido el bolso de la mujer y el dinero que encuentra.

El autocar se acerca a Lloret y esperan que José esté esperándolos.

Cuando este despierta, y al ver la hora sale corriendo.

Cuando llega el autocar José no está allí, por lo que se plantean si recibió la carta.

Finalmente llega corriendo para felicidad de sus hijos y de su mujer.

Unos catalanes que los ven comentan que son como los caracoles, con la casa encima.

José les muestra la obra en que trabaja y ve enfrente el coche de la belga y viene a su cabeza lo vivido unas horas antes.

Atraviesan el pueblo, donde todo llama la atención de los recién llegados.

Ven la playa abarrotada y Manolo se fija en la abundancia de mujeres en bikini.

Cansada de la caminata, Juana se sienta, justo frente al Hotel Carabela y le dice a su marido que tiene mala cara porque no se ha cuidado, pero que ahora ella lo hará.

Cuando José ve que los niños se colaron correteando y jugando en el hotel corre a buscarlos de mal humor temiendo que lo vea Rosa.

Llegan al desangelado lugar que será su hogar.

Juanita va hasta José y le da las gracias y dice que lo dejarán muy bonito y vuelve a repetirle que ahora lo cuidará.

Luego él corretea y juega con sus hijos.

Desde ese lugar, Manolo ve más abajo a un grupo de turistas que bailan despreocupados y con poca ropa sin parecer molestarles el sol que a él le abrasa, por lo que se quita la camiseta.

Calificación: 3